Mi territorio Comanche. Haciendo el indio


En mi territorio acotado no hay cierre de fronteras ni vuelos cancelados. Y más que nunca creo en lo que decía Emily Dickinson, que no hay mejor nave para viajar que un libro”


El Bus aparcado, los juegos ordenados... Mi territorio no esta habituado a tanta quietud y silencio, aunque puedo entender que los vecinos de abajo estén encantados.

Llamadme loca, pero creo que hasta los peluches están alicaídos mientras sueñan que el Mundo vuelve a girar.


 Y volverá a girar si lo hacemos unidos y con la fuerza suficiente para que gire a la misma velocidad para todos.


Me conmueven todas las personas que están ahí fuera dándolo todo para tratar de preservar nuestras vidas aun a riesgo de las suyas. Las que trabajan para que no nos falte de nada ni siquiera un poco de Esperanza.


Mi gata no entiende que esté todo el día con ella. Sigue mis pasos maullando lastimera buscando una explicación a mi repentino cambio de hábitos, incluyendo el interés por el patio trasero,  al que antes sólo me asomaba para tender la ropa.


La primavera se ha vestido de crudo invierno y a  la chimenea de la calefacción no le queda otra que "vapear" de buena mañana como una fumadora empedernida. 
   

¡Suerte, amigos! Mimaos y tratad de que esta tragedia se convierta en una oportunidad. Cada cual que encuentre la suya.


Desde este momento me pongo en PAUSA bloguera, con una ingesta mínima de noticias y redes. 

En mi Territorio Comanche, se acabó lo de hacer el indio, al menos mientras dure el confinamiento. 

Puede que ésta sea una oportunidad única de acabar mi novela de una vez

Todas las fotos están hechas en o desde este espacio confinado que al principio me pareció cárcel  y ahora siento como mi refugio