No me pregunten cómo lo han averiguado, pero parece que la memoria de los peces dura sólo 3 segundos, luego olvidan, claro.
Los peces de una pecera hacen miles de veces el mismo recorrido y si les pones un cofrecito de esos simulando una de piratas, en cada vuelta dirán aquello de Oh, un tesoro, vuelta, Oh, un tesoro, vuelta, Oh, un tesoro…
La pecera de los seres humanos es la rutina. Su tragedia cuando caen en ella es no tener memoria de pez.
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Suena el despertador. Café. Lunes, vuelta al trabajo, un trabajo que no me satisface y que no me atrevo a dejar. La crisis… Yo sí que estoy en crisis.
Qué cretino es mi jefe y qué ignorante. ¿Por qué lo aguanto? Sí me tocara la lotería… Mis colegas van a la suya, sé que no moverían un dedo por mí, están demasiado preocupados salvando su propio culo.
Vuelta a casa. Hola, ¿cómo te ha ido? Nadie cuenta de verdad cómo le ha ido. La tele, qué cutre, qué rollo. ¿Por qué no la tiro por el balcón y leo un buen libro, escucho blues o bailo la danza del vientre?
Ya casi no hablamos, lo sabemos todo el uno del otro. Qué estupidez, nadie conoce a nadie.
No puedo dormir. Mañana sin falta voy a dar un timonazo a mi vida. No quiero que cuando esté punto de irme al otro barrio mis últimas palabras sean,
“qué desperdicio de vida”
Martes.
“qué desperdicio de vida”
Martes.
Despertador. Trayecto. Trabajo. Trayecto. Tele. Silencio. Insomnio. Pastilla azul. Despertador… miércoles, jueves, viernes…
Sábado. Centro comercial, aperitivo, comida familiar, tele, silencio, insomnio. Whisky. Me olvido de la pastilla azul.
Domingo… Te miro como si fuera la primera vez que te veo, pero con más ternura y más complicidad. Te dejo dormir un rato más y me voy hasta la playa a ver el amanecer. Desayunamos juntos. Paseamos de la mano y planeamos una escapada. Nos reímos diciendo a la vez, el paraíso puede estar a la vuelta de la esquina, como cuando no necesitábamos casi nada para sentirnos bien.
Mi jefe se ofende cuando le digo que me aburre, que se compre un loro o se tire por un acantilado, que me largo. Mis colegas me vaticinan indigencia, penurias, locura…pero me observan recoger mis pertenencias con un poco de envidia.
¡Rinnnnggggg! ¡Rinnnnggggg!
Oh, el despertador. Lunes. Oh, el despertador. Lunes. Oh, el despertador. Lunes.