Adiós 2014. Bienvenido 2015

No le tengo cariño a este 2014 que está a punto de dejarnos. He visto de nuevo cosas que nunca imaginé que volvería a ver.

He visto contratos por días, salarios de miseria, despido de trabajadores con todos sus derechos, para contratar a otros en precario, con la complacencia de este gobierno que premia a los empresarios más cutres con exenciones fiscales.
He visto como se desprecia el talento de una generación  de jóvenes muy preparados, a los que no les queda otra que una emigración forzosa.
Somos el segundo país de Europa en riesgo de exclusión social en niños y jóvenes. Estos últimos con una tasa de desempleo que supera el 50%

Hoy mismo se ha presentado el informe de FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada) elaborado por encargo de la organización católica Cáritas). Leedlo. Es demoledor.

Europa está caduca, chochea tratando de salvar un capitalismo rancio que ya no nos sirve.
Si abrimos el abanico hacia el resto del mundo no es más esperanzador.

Lo crímenes de inocentes que genera el fanatismo religioso y nacionalista, el conflicto Árabe–Israelí enquistado, la violencia contra las mujeres, la prostitución infantil, la violencia endémica e irracional de América Latina... El abandono de África…

Estamos además cargándonos el ecosistema. 

Nuestro Planeta ya no puede más. Tenemos un planeta finito para abastecer nuestro estúpido consumismo infinito. Es de locos, porque no tenemos otro de recambio.

Está claro que necesitamos un cambio.
Bienvenido 2015
No soy optimista, pero sí positiva, soñadora y todavía me queda algo de esperanza.

Ya somos muchas las personas que nos planteamos otra forma de vida donde prime la colaboración, la participación, el intercambio y la solidaridad, que no la caridad.
Las redes sociales hierven de propuestas regeneradoras y creativas.
Surgen nuevas maneras de hacer política, y no deberíamos quedarnos al margen, porque ha quedado claro que un sistema basado sólo en valores económicos y mercantiles causa mucho dolor, nos lleva a la aniquilación y sólo beneficia a unos pocos.


Así que he sacado a mi diva del cajón de la cocina con un brindis y un deseo: que  2015 sea el año de ese cambio que necesitamos.
Tal vez no consigamos todo lo que soñamos, pero intentarlo  es más esperanzador y revolucionario que rendirnos o resignarnos. Y mucho más divertido.
¡Feliz 2015, amigos!

Tan, tan van por el desierto… Tan, tan, Melchor y Gaspar…

  …Tan, tan, les sigue un negrito al que todos llaman el Rey Baltasar…
 
Hoy los Tres Reyes Magos tendrían muy difícil atravesar fronteras con la esperanza de confirmar una profecía.
Se dejarían el oro por el camino, en manos de las mafias que les prometerían un atajo hasta las puertas del Reino...
O la vida contra unas vallas cortantes o a lomos de una frágil embarcación. Porque ya se habrían comido los camellos en su larga travesía.
Quemarían el incienso para ocultar el hedor de tanta hipocresía e indiferencia.
O se lo ofrecerían a nuestro beato Ministro del interior, Jorge Fernández Díaz, para que aromatizara sus rezos. 
Un señor de misa diaria que sin pizca de caridad cristiana, que se le supone, propone enviar a los emigrantes como paquetes a casa de cualquiera que critique la falta de humanidad de su política.
Magos de tierras lejanas, nosotros sólo queríamos brazos que trabajaran por poco dinero, que no tuvieran alma ni sueños.  
 Sí, ahora ya lo sabéis: Queríamos brazos y llegasteis personas.
 ¡Felices Fiestas a todos! Y un brindis por la Revolución y la Esperanza

Madrid extraterrestre. Primera expedición

Una mañana fría, siete grados a la sombra, decido salir a descubrir esos otros mundos que están ahí al alcance de mi cámara.

He visto cosas en Madrid, que vosotros no veríais, porque sólo os interesan el reloj de la Puerta del Sol, la juerga y los bocatas de calamares.
Caminando por el barrio de Lavapiés me invade la ternura cuando diviso a estos bolardos abrigados por algún artista del punto. Cada uno lleva un modelito exclusivo.
Directo de la China, encuentro los ingredientes para un guiso de zapatos, subrayado en amarillo para las cegatas como yo:
 
Cocer a 180º durante 15 minutos. Una vez cocidos, consumir en 24 horas. ¡Bon apetit!
¡Un hombre en un balcón leyendo un libro… y de papel!

Aunque el libro sea de Ken Follet que a mí  me deja fría, se me empaña la retina por la emoción y estoy a punto de romperme la rodilla con un bolardo. Pero esta vez sin modelito de punto, desnudo, como lo parió el Ayuntamiento.
¡Abajo las monarquías!, pero que nadie me toque a los tres Reyes Magos de Oriente. Tachadme de romántica pueril, si queréis.

Hay que ser un desalmado para exponer las cabezas cortadas de Baltasar, Gaspar y Melchor en una vitrina al alcance de cualquier niño ilusionado con su visita y regalos.
Es cierto que no he visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser, ni siquiera en la Puerta del Sol…
…¿Pero no es un rayo de luz esa carita que asoma entre el lío de bolsas y ese escaparate con pieles...

...y esos collares gigantes para mujeres con cuello de Hércules y torso de Schwarzenegger?
Todo lo que no comprendo sale a mi paso, y hasta Alfonso me escribe un aforismo con buena letra en las paredes.
Papá Pitufo clama al cielo porque los niños de hoy prefieren a Bob Esponja y una niña lo ha confundido con Papá Noel. Le ha preguntado si estaba a dieta.
 
-Es que estás muy flaquito y no vas poder con los regalos. Te lo advierto- Le ha dicho muy seria.
Sé que todos estos momentos se perderán en el tiempo... como lágrimas en la lluvia. Pero ahí tenéis la prueba de que “yo estuve allí” 

Es hora de comer, Tesa, -me digo. (Sí hablo conmigo misma. ¿Qué pasa?) 
-Esta mujer está completamente chiflada- os lo advierto.
 
De regreso a casa y para no caer en la tentación de perderme más allá de Orión, meto la cámara de fotos en la mochila hasta la próxima salida intergaláctica.

La soledad conectada. No sin mi móvil

Estamos más solos que nunca, pero nos consolamos creyendo en la ficción de acariciarnos los unos a los otros con la yema de los dedos a través de una pantalla.
 ¿Qué importa lo que ocurre a nuestro alrededor?

Al otro lado de la pantalla de nuestro móvil, en la “dimensión desconocida” siempre encontraremos a alguien dispuesto a prestarnos atención, aunque sea irreal e irrelevante.
 …siempre habrá un foro y otro solitario enganchado..."alguien" que nos escuche
 …y NUNCA estaremos solos si nuestro pequeño teléfono portátil está ahí, al alcance de nuestros ojos y dedos.
No utilizo Internet en el teléfono, ni wasap, ni soy usuaria de las Redes sociales, salvo de este Almacén y otro blog al servicio de mi libro para niños.
¿Soy rara, anticuada, snob?
 
¿Acabaré mis días dando de comer a las palomas, haciendo  tapetes y colchas de ganchillo, escuchando recopilaciones de música en CD o coleccionando inútiles bibelots?

Os confieso que, aparte de seguir utilizando mi celular con tapa (¿a qué es mono?),...

...I have a dream, sueño con un robot que se ocupe de todo lo que me aburre mientras me dedico a ¡vivir!, desconectada eso sí, no sólo de la Red sino de la realidad cuando me plazca.
Y puesta a soñar, me pido un segundo robot con manos hábiles que me haga masajes siempre que me apetezca.

Donde se ponga un androide como éste, que se quiten los “teléfonos inteligentes”, que no son tan guapos y encima los tienes que masajear tú.

¿Qué opinas de todo este desvarío? No te cortes. Bienvenidas/os al debate.


Nota: para el fotomontaje del Robot he utilizado fotos de Internet, el resto de imágenes son de mi autoría, como siempre.

Desnudo integral y sexo animal

Creo que ha llegado la hora de dejar mi vena infantil aparcada y ocuparme de asuntos de adultos. Y qué mejor que un desnudo y algo de sexo, me dije.

Excepto las gafas de aviador, que me he puesto para que no me reconozcan mis familiares más mojigatos, el resto es ciento por ciento mío, real y carnal.
 
Lo que me gusta de esta foto es la pose de cruce forzado de pies y puños y esa expresión de “acaba ya, que me caigo y la vamos a liar”.

Y sin más más dilación vamos a las escenas de sexo, que os presiento impacientes.
-¿Vienes mucho por aquí? ¿Te ha dicho alguien que eres preciosa?
-¿…?
-Ay, nena, puedo hacer que veas fuegos artificiales, que las mariposas del mundo revoloteen alrededor de tu buche...

...que te sientas la Paloma de la Paz... Que mi pico recree un Paraíso en cada relieve y hueco de tu cuerpo…
Segundos más tarde…

-¿Qué tal he estado? ¿A qué ha sido bestial?
-Oh, sí, geniaaaal. No me he puesto aplaudir por no perder el equilibrio.

(El macho saca pecho, se le dilatan las aletas de la nariz, se le enturbia la mirada…)
- Entonces, ¿quedamos mañana, no? Eh, eh, nena, ¿adónde vas…?
Mira que os lo tengo dicho hembras y machos del Universo, nunca preguntéis después del sexo. NUNCA. Porque lo más probable es que os mientan u os rompan el corazón. 

-¿Qué quien soy yo para daros consejos? Os daré una pista, antes formaba parte de un trío muy famoso entre los católicos. En las fotos de promoción siempre salía en el centro. 
Éramos tres, pero uno..., y hasta ahí puedo desvelar.

Quemadito y la nieve que borra los caminos



Quemadito confundió su ovillo de lana rojo con una bola de fuego que saltó de una hoguera.
Pobre gatito quedó hecho un montón de carbón. Menos mal que cerró muy fuerte sus ojos y los salvó de las llamas.

Carapiedra apareció en la playa rodeada de huellas de gaviota.
Nadie sabe quien la dibujó. ¿Un cangrejo, un caballito de mar, una sirena, el rey Neptuno con su tridente? ¡Uhmm! Misterio.

Cuando el Hada de los tejados se fue a remojar los pies en la playa, casi pisa con el dedo gordo a Carapiedra.

-Oh, que niña tan bonita- y le puso un botón en el pecho que se puso a latir como un corazón de melón, de melón, melón, melón…

Y conjuro por aquí y conjuro por allá, el Hada le hizo a Carapiedra una falda chula con un pétalo de amapola.

Tiñó el lazo rojo de su coleta con la tinta de un calamar enfadado. Y hasta encontró unas botas de muñeca perdidas en la arena.

Carapiedra y Quemadito se hicieron amigos. Vivían felices cerca del mar en la copa de un árbol que habían decorado con hilos de colores y bagatelas brillantes.

Un día, empezaron a caer del cielo unos copos enormes. Quemadito, que nunca había visto la nieve, corrió despavorido de un lado para otro hasta que se perdió.

La nieve había borrado los caminos. Todos los amigos de Carapiedra se pusieron a buscar a Quemadito. Los ositos Ben y Javi le preguntaron al hombre que quería irse a casa.

-No, no le visto. Yo sólo quiero llegar a casa y comerme una rica sopa caliente.

-Hola, señor, ¿ha visto a Quemadito?-preguntó Ariadna.
-No, guapa, no he visto a nadie, sólo quiero irme a casa. Y siguió su camino, deseando que nadie más le interrumpiera.

Pero una cebra garbosa le salió al paso y haciendo una cabriola le preguntó si había visto a Quemadito.
-No, gimió el hombre, yo sólo quiero irme a casa a comerme mi sopa calentita.

Quemadito temblaba, y del susto no podía ni pensar ni caminar, pero el pollo Friolero le ató el cordón rojo a sus pelos chamuscados y tiró del gato hasta acercarlo a la playa donde había visto a Ariadna y Marina buscándolo.

Friolero dejó a Quemadito en la playa nevada, protegido por un paraguas rojo.
-No, no he visto a Quemadito – le dijo el señor que quería irse a su casa.
-Es que yo soy Que-que-que-madi-i-too- le contestó el gato tiritando.
-Pues no te muevas, que así te encontrarán y podré volver a mi casa por fin.

-Vamos, Quemadito, no tengas miedo, la nieve es sólo agua congelada, cuando salga el sol se derretirá. Y los caminos volverán a aparecer, le animaba Ariadna.

Marina había añadido lana roja al ovillo de Quemadito y era tan grande que el gato lo seguía entusiasmado sin pensar en el miedo que le daba la nieve que borraba los caminos.

-Oh, Quemadito estás a salvo- gritó Carapiedra. Muchas Gracias por tu ayuda, Ariadna,
-Gracias también a Marina, a Friolero, a los ositos, a la cebra... Y disculpas al señor que llegó tarde a casa porque todos le paraban para preguntarle por Quemadito.

Y así fue como Quemadito, después de esta aventura tan blanca y tan fría, aprendió a disfrutar de la nieve que borra los caminos. 
FIN

Cuento para Ariadna y Marina que me inspiran y me hacen reír.