La otra “procesión”. Sólo para tus ojos.



Julio en Madrid, son las 5 de la tarde. Qué calor. A dos pasos de mi calle se concentra el inicio de la fiesta del Orgullo Gay.

 Agarro mi  cámara de fotos, una botella de agua, un abanico y me uno a la fiesta.
-Como duele eso de quitarse los pelos, ¿eh?, les digo solidaría a los romanos de pecho depilado. Si es que todavía tienen cara de susto los angelitos.

Los vecinos también participan del jolgorio. 
 -Despierta Mariano que empieza la “procesión”.
-Qué procesión ni que leches, María. Menudo jaleo, con lo a gusto que dormía.

 -Oh, mira que apuesto ese de las gafas en la cabeza. El que lleva escrito debajo de las tetillas  “sólo para tus ojos”. Muy guapo el chico,  sí señor. Y ése, y ese otro también…Todos están de buen ver.

-Bah. No sé que les ves… Que van enseñándolo todo, digo yo. 
-Porque pueden, Mariano. Si es que da gusto verlos…
 - Anda, María, vamos a ver la tele y a echarnos una cabezadita. Que esto no es para nosotros.

  -Santo cielo, mira qué luz, Mariano…Sí parece una aparición…
-Madre mía, qué buen mozo ese de la capa trasparente, la cruz y el calzoncillo con pinchos… ¿De qué irá disfrazado?

-Vete tú a saber. Quien entiende este mundo de ahora, ¿eh?

María le da un codazo a su marido que sigue enfurruñado, añorando su siesta en el sofá. 

- ¿No me digas que no te gustaría que te miraran el corazón esas doctoras tan guapetonas?
-Bah, ya no estoy pa esas tonteras, María. Anda, vamos pa adentro. 

Ay, Mariano, que desaborido eres. Alegra la cara, hombre que, como decía mi madre, “lo que tienen que comerse los gusanos que lo disfruten los humanos”

Clic- clic- clic- clic… Bip, bip, tarjeta llena.

El cielo, el infierno y los mundos apacibles o no de Haruki Murakami

En el infierno...
...cuando por culpa del calor están a punto de volverse locos, los llevan a un lugar algo más fresco. Y cuando se han recuperado un poco los devuelven al sitio de antes…
…pero algunos enloquecen y no pueden volver. 

-¿Y qué hacen con ellos?


-Los llevan al cielo y les obligan a pintar las paredes. Es que las paredes del cielo siempre tienen que estar blanquísimas.
…Por eso están pintando siempre, todos los días, de la mañana a la noche; y, entonces, claro, la mayoría tiene problemas respiratorios…  
 (Escucha la canción del viento)


 …En el bloque de apartamentos que vivía cuando iba a la Universidad, nadie tenía teléfono…

Delante de la portería había una mesita baja, adquirida a una escuela de primaria del barrio y, encima, un teléfono rosa.

…Era un mundo apacible en una época apacible. 

 
  En nuestro corazón hay innumerables pozos abiertos que sobrevuelan los pájaros.
(Pinball 1973)


Cada vez que leo un libro de Haruki Murakami, y he leído todos los publicados en español, mi cabeza se llena de mundos alocados, poéticos y surrealistas.

Con este primer post inicio una serie de fotomontajes dedicados a este autor, del que me confieso fan incondicional.