Equilibrios en la cuerda floja

…¿quién repararía en tan inútil prodigio?
Sólo los niños señalan con el dedo al equilibrista de Bayard Street
ellos lo admiran, contienen la respiración y aplauden hasta
espantar a los gatos…
(Eduardo Chirinos)
 
El profesor gaviota, Pepé el Mustio, me invita a asistir a su escuela de equilibristas.
En la cuerda floja, tratando de no perder la dignidad, inofensivas palomas se prestan  a asistir a un cursillo para paradas de larga duración.
-Vamos, emprendedoras,  que llegar al final del alambre cuesta lo mismo que llegar a final de mes. Sólo es cuestión de equilibrio.
-La madre que lo trujo, dice Fulgencia, que sufre vértigo y está a punto de dar con el pico en el fondo del abismo. Estoy de la cuerda floja y de estos relamidos hasta las gónadas.
 
-Ay qué mareo más tonto, dice bajito Celestino, perdiendo la verticalidad por un momento. Es que con lo que me dan de prestación por desempleo no tengo ni pa pipas.
-¡Oh, pipas! Hace tres años que no como pipas. Desde la burbuja planetaria esa, dice Asunta. En Cáritas me dan sopa. Pero si las palomas no comemos sopa, les digo.
-Y ¿qué te dicen?
-¡Que Dios proveerá!
-¿Pipas?
- Sólo que proveerá, sin especificar.
- No son buenos tiempos para la lírica, suspira Cleopatra, que siempre ha sido una romántica y come gracias a la mísera pensión de su abuelo.
 
-Qué poco ánimo tienen ustedes, ¡por Dios! No me extraña que sean pobres. Quiero más empuje.
 
-Como vuelva a mencionar lo del empuje, le doy con la muleta. Menudo empujón me dieron aplicando la nueva legislación laboral. Sin trabajo y lisiada para toda la vida. menos mal que mi tía tenía una muleta de antes de que privatizaran los artilugios ortopédicos, que si no.
 
-Qué suerte, colega, porque yo me caí del alambre con la nueva legislatura y todavía no tengo ni cita.
Lo de la fecha de rehabilitación ni lo pregunto, para que no se rían.
Y Ambrosia se va cantando a la pata coja:
“Desde chiquitita me quedé, me quedé,
Algo resentida de este pie, de este pie.
Disimular que soy una cojita,
Disimular, lo disimulo bien…”


 
“Estos son mis principios. Y si no le gustan tengo otros” Estos son mis principios…
…repite como un loro, tensando la cuerda debajo de sus patas, María Isabel de Torquemada, tratando de hacer méritos para que el profesor Pepé se fije en ella y le de algún curro bien pagado, de esos con dietas, semana caribeña de martes a jueves, gastos de representación y jubilación asegurada. 
 
-¡Estomagante!, Torquemada. Eres una desclasada sin ideología. Me dan ganas de suicidarte.
-Sí ya sé que citas a  Marx, pero a Groucho Marx, que lo decía como una ironía. Todos los trepas sois iguales, amorales e iletrados.  
 
Cuando las palomas logran sostenerse en la cuerda floja con más o menos dignidad, el profesor deja suelto a “mercado” que con sus predicciones apocalípticas y su mala baba deprime tanto a las palomas que pasan de inofensivas a indiferentes inanimadas.
Nota de la autora: aunque peligre mi buena reputación, tengo que contaros que después de este reportaje me he dado a la bebida. Ahora veo la situación con una especie de flou que la hace más llevadera.

¿Para qué sirven los sueños?

Hay un dolor de huecos por el aíre sin gente
Y en mis ojos criaturas vestidas ¡sin desnudos!... (Lorca)


Nena vive en esta chimenea de barco oxidada al borde del mar, en cuyos bajos habitan don gatas orondas que hacen cosquillas a Nena con sus bigotes: Tímida y Atrevida se llaman, me informa un señor muy serio, que las mima y cuida como si fueran sus hijas.


Así es Nena desnuda, desdibujada y solitaria hasta que se atreve a  romper con el guión de su existencia y lanza su imaginación como si fuese una jabalina en busca de un record. Y, entonces, ocurre que Nena puede ser lo que sueñe. 

Nena enfermera y la extraña melancolía de 9 
Nena con rebeca y pelo pincho 
Nena y la primavera 
Nena y el hombre del dolor infinito

Nena y la gaviota


Nena y el titiritero del paraguas blanco 

Nena y el pollito que ponía huevos de costura 

Nena y el ciervo de musgo de los ancestros
 

Nena con melancolía otoñal en el corazón 

Nena y los paisajes de la infancia 

Nena y el invierno 

Nena y el cabo que la une al mundo  

Nena y el hilo que la une a Dios

Me pregunta Nena ¿que para qué sirven los sueños, además de para escapar de la rutina? Ni más ni menos, Nena, que para que no se nos seque el corazón.