Niño: ¿A ti también te han domesticado?
Perro: Sí, aunque en mi corazón vive un lobo que sueña. Trata de dejar algo en el tuyo para los días grises.
Niño: Vale, colega, me lo apunto.
Perro (pensamiento): Le dejaré ganar. ¡Se pone tan contento!
Es sólo una botella con un poco de arena para que se mantenga a flote, pero él lo celebra como si fuese una suculenta presa en un día de hambre canina. Me enternece.
Cuando la cebra subió a bordo del Arca de Noé, cayeron las primeras gotas del Diluvio Universal.
El mono le pidió al faisán una pluma y tinta al calamar. Dibujó la letra que faltaba, pues Noé con las prisas había escrito ACA sin R. Y las hienas se reían sin parar.
Perro: ¿Por qué espero con ansía su regreso, lo adoro, consiento que me obligue a comer bolitas secas, a vivir en un mini piso, a aburrirme en un balcón tan pequeño que tengo que dejar mi culo dentro?
Tesa: ¿Tal vez, porque estás domesticado?
“Alan estuvo aquí” escribió antes de perder la cabeza.
Sus pensamientos escaparon in extremis por el ombligo. Uno de ellos se subió a mi hombro y me susurró: “Añoro el caos de Alan, yo era su pensamiento díscolo"
He invitado al pensamiento díscolo a alojarse con los míos, que andan un poco mustios… a ver si se animan, que ya es Primavera.
Tesa: Dicen que los perros acaban por
parecerse a sus dueños…
...Pero ¿no es inquietante que los adornos de las fuentes
se parezcan a los turistas que reposan a su lado?
Doy fe que no son los modelos,
la fuente hace muchos años que está ahí.
Pensamiento díscolo: ¿Ves como ha sido
una buena idea adoptarme?