El espumillón me aprieta la Neurona. Navidad en tiempos de Pandemia


Mi nieta Nora me cuenta que el árbol del cole de este año lo han adornado con mascarillas… y que es un horror.

Que sus compañeros, con el humor más negro, lo llaman el árbol mortal. Y siempre hay alguno que avisa al resto de la fila para que aparten los ojos de “la muerte” cuando entran o salen del cole, ellos también enmascarados. 

El papá Noel más cercano a mi casa no es un portento de belleza, pero es hinchable y ligero por lo que cuando sopla el viento parece que respira y los niños lo abrazan y le susurran pedidos y deseos a la altura de su barba.

Este Santa es mucho más bonito, pero está tan rígido y parapetado que ningún niño se para ante él.

Salgo a dar una vuelta por el Madrid iluminado y todo me parece muy feo y hortera este año, como esa bola gigante o el kilómetro de guirnaldas patrias en la foto  siguiente, que aquí han quedado pasable, pero que al natural es lo peor.

¿Será el efecto de la presión del espumillón o es que la Covid afecta al buen gusto?  

De regreso a casa, entre atónita y desesperanzada, vacío de chocolatinas el calendario de Adviento de mis nietas…

… con lo que ahora lo que me aprieta no es sólo el espumillón sino la cinturilla …

Todavía con las hechuras dentro de un orden, me encasqueto el gorro de espumillón, abrazo al Papa Noel que respira, y antes de que mi ánimo se colapse, me adentro en la vorágine de encontrar algún regalo especial para los míos, mientras canturreo por debajo de la máscara…

“Las muñecas de Famosa se dirigen al portal

para hacer llegar al niño su cariño y su amistad

y Jesús en el pesebre se ríe porque está alegre…

…alegre como yo, pese a todo.

Y, como los turrones que vuelven a casa por Navidad, regreso a El Almacén para desearos a todas y todos…

… ¡Felices Fiestas! y que no os falte nunca la salud, un poco de amor y mucho humor