-Tiene que ser un mensaje, ¿si no cómo te explicas que sueñe algo tan raro?
-¿Un mensaje del número cinco? Dice mi pareja en tono burlón.
-No sé de quién es el mensaje, pero reconocerás que no es normal soñar algo así.
-Tus sueños no son normales, cielo. Siempre me sorprende que recuerdes qué sueñas con tanta precisión.
Ajeno a mi desasosiego, le da un bocado a la tostada mientras consulta la agenda.
-¿Me estás escuchando?
- Te escucho. Has soñado que...
“...el cinco no es una aberración matemática, es un enigma atrapado en las proporciones de la isla de Manhattan”.
-¿Y?
-Genial y raro. ¿Por qué no escribes un cuento?
- Pero ¿por qué el cinco? Ni siquiera me gusta ese número.
Vuelve a su agenda sin más. Ya son muchos años juntos. Y sabe que diga lo que diga seguiré con mi obsesión hasta que encuentre una respuesta que me satisfaga.
Mientras me ducho, me visitan los cinco lobitos, tiene la loba. Los Jackson Five mueven las caderas en la alfombra del baño… Me visto. Asisto con Delibes a un velatorio en Cinco horas con Mario. Me voy de aventuras con Los cinco, de Enid Blyton, recuento los cinco dedos de las manos, pinto de escarlata las cinco uñas de cada pie y chequeo los cinco sentidos corporales.
Escribo el número... y ¡vaya! el C-I-N-C-O tiene 5 letras. Y es el único número que concuerda su numeral con las letras que se necesitan para escribirlo.
No sé, no me convence…
Los musulmanes oran cinco veces al día, una barbaridad. Yo, ninguna, ¿una temeridad?
Salgo a la calle con la obsesión viajando por mi mente. Sumo los números de las matrículas de coche. Multiplico por cinco el precio del pan y del periódico.
Regreso a casa, escucho música, trato de leer, pero no puedo concentrarme. Miro fotos de New York y…
¿Y si la clave no es el cinco sino Manhattan? Consulto la Wikipedia. Nada. Nada. Nada… ¡Alto ahí!
La isla de Manhattan tiene 21,5 kilómetros de largo
Recuerda, nena, me digo “… el enigma está atrapado en las proporciones de la isla de Manhattan” Entonces, ¿el cinco? Pura maniobra de distracción. Estoy harta de verlo en las pelis de espías.
La tarde antes del sueño, había comentado con una amiga que me gustaría saber mi fecha de caducidad. Y ahí está. Un regalo de los hados del subconsciente.
57 + 21,5 = 78,5
Concretamente septiembre de 2033. Me quedan poco más de 21 años. Una vida o un suspiro. De momento voy seguir al pie de la letra lo que decía Voltaire:
“El arte de la vida consiste en hacer de tu vida una obra de arte”
Así que voy a intentarlo con mucho humor, ternura, empatía, creatividad y un toque de locura. No pienso perder el tiempo.
Ay, minino de mi corazón, y tú más extravagante. ¡Tiene tela el modelito!
¿Te gustaría saber tu fecha de caducidad? ¿En qué cambiaría tu vida?