Misión 2012 ¿Misión imposible?




Dicen que todos tenemos una misión en la vida. Y ¿qué mejor idea para salir de la crisis, de la mía, al menos, que dedicar el 2012 a encontrarla?  

¿Quién soy? Por ahí voy a empezar.

Soy una niña con el corazón partido y la cabeza llena de pájaros que anidan  en un sombrero de chino mandarín. Una friki, vamos.

Soy un roto en un barco varado, un mascarón sin proa. Una fantasía troceada y recompuesta sin concierto. Un desastre.

Soy un gato jugando a desenredar la maraña de mis pensamientos. Un titiritero cauteloso en un alambre; la esquirla perdida de un espadachín, una pluma de indio del Canadá. Un caballo de cartón en el desván con praderas entre las patas. Una romántica.

Soy demasiadas cosas y necesito centrarme para ahorrar papel en mi próximo currículo, y de paso proteger los bosques.    

Me retiro a mis cuarteles de invierno a preparar la batalla, consciente de que se vive por lo que se ama, de acuerdo, pero además yo necesito encontrar mi misión ¡ya mismo!, que diría un castizo.  
Mimaos estas fiestas y tratad de ser felices
¡Hasta 2012!

Postales Navideñas: familia y tradiciones



Querida mami, nos vemos después de las fiestas. El turrón que me enviaste llegó un poco pringoso, pero a las palomas se les saltan las lágrimas de gozo.  
Como puedes ver, no estoy ni solo ni deprimido. Cada uno lo celebra según su temperamento.
A mí me das una zambomba y una sobremesa con parte de la familia que solo ves en las fiestas y los entierros y  elijo cicuta o harakiri.
Espero que a alguien se le ocurra desvelar algún secreto escabroso, como en la película danesa “La celebración”. Sé que te encantaría.
Tu hijo que te quiere también en Navidad, Gato


La vida es cosa de valientes y cumplir una por una las tradiciones sin morir en el intento también…
¿Qué es la familia, me preguntas clavando tu pupila en mi pupila? La familia… Ah, ese misterio que no desemboca… y menos en Navidad.
Volveré cuando necesite mimos o cobijo sin condiciones.  
Besos de azafrán, mami





Postales Navideñas:ruptura y enamoramiento


A veces una ruptura sentimental puede ser muy dolorosa, pero si no dejas que las lágrimas te impidan ver las estrellas como diría el buenazo de Tagore, te puedes encontrar con un regalo inesperado, y más ahora que nos invade el espíritu navideño, el buenismo sentimental y las familias del turrón  de "vuelve a casa vuelve, por Navidad..."

Porque estaréis conmigo que donde se ponga un guerrero cachas, que se quite un Santa fondón, y que me perdonen las tradiciones.  Que a muñeco de nieve enamorado no lo derrite un villancico a ritmo de zambomba y almirez.

Desahogos de un Oso amoroso


Oso amoroso en el coche de Fernando

Querido amigo:

Te quiero, pero esto no puede seguir así.

He soportado que cuando estabas preocupado o aburrido me llevaras arrastras, también los baños que a ti tanta risa te daban y que acababan con tu madre chillando y mis orejas apretadas por dos pinzas de la ropa en el tendedero y varios días de intemperie.

He tolerado tu indiferencia cuando te enamorabas y tus achuchones imperiosos con besos húmedos y confidencias cuando ellas te dejaban.

He sufrido que tu padre insinuara que teníamos algo más que una bonita amistad, que tu madre a solas me llamara oso roñoso y tu abuela se empeñara en tejerme jerséis, siempre azules, porque el azul es el color para los niños chicos.

 He sobrevivido a modas, cambios de decoración y hasta tendencias educativas y de higiene sin venirme abajo.


Aun hoy  sigo siendo el confidente de tus anhelos, el muladar de tus decepciones, el consuelo de tus desamores, el amigo incondicional con el que conjuras tus miedos cuando la noche baila sobre los tejados y no hay luna que valga, porque tu ventana da a un patio interior que huele a guisos y al suavizante de mi colega el Mimosín.


El famoso Mimosín intervenido por Tesa 

Fernando, amigo, o me jubilas con las Barbies de tu hermana y paso el resto de mis días como uno de esos yihadistas que creen en el Paraíso o me largo con un motero amante de la música y la estética de los Village People, que ya no soporto más esta vida absurda a la que me arrastras. 

Me da grima tu chófer, que en cuanto te vas pone RadioTaxi-Olé a todo trapo y gime  de nostalgia  por su anterior curro.  Mientras el mondadientes que lleva en el bolsillo desde el desayuno vuelve a su boca como un concienzudo pájaro parasito limpiador. Vomitivo.

Fernando, amigo,  que en diciembre vas a cumplir 38 años. Ya no eres un niño sino un hombre un poco inmaduro capaz de cualquier vileza por un poco de poder y dinero.

 Yo sólo soy  un engaño para que te creas que todavía hay ternura en tu indiferente corazón de especulador y hombre gris sin sueños. 

No quiero ser cómplice de tu error. Por los buenos tiempos, déjame partir. Te propongo una separación sin dramas, asquerosamente civilizada.  

Un abrazo de tu único amigo de verdad,

tú oso amoroso

Psicosis



Cuando en sus sueños aparece la niebla, los caballos amarillos y las mujeres solitarias huyendo de edificios deshabitados con niños colgados de sus pechos, Amanda sabe que algo inesperado está a punto de ocurrir.

La noche anterior al suceso, Amanda soñó y soñó desde la fase Rem a la Delta, desde la vigía a la duermevela hasta que el despertador gritó desde la mesilla de noche con su timbre desafinado e hiriente.

Le costó incorporarse, como si durante la noche hubiese echado raíces o entre los omoplatos le hubiera crecido un musgo compacto y húmedo. Un escalofrío culebreó por la espina dorsal hasta perderse donde la evolución la había librado de lucir rabo.

Sin prisas se preparó un café cargado, encendió un pitillo- tenía que dejarlo- junto con retomar sus clases de yoga, practicar el inglés, ordenar los armarios, tener un hijo, tal vez un marido o un gato…

Tomaría un baño con sales de lavanda mientras en la cadena de música la voz de Dinah Washington cantaba Mad about de boy… y pensaría en cómo darle un giro a su vida.

No voy a reseñar con detalle en qué empleó Amanda su mañana de asueto y voy rauda a lo acontecido aquella tarde de otoño calurosa y seca como el lagrimal de un asesino en serie.

Barcelona. Cinco y treinta y cinco de la tarde, el sol cae a plomo sobre la plaza de Sant Jaume. Amanda ha quedado con una amiga en la Tetería del barrio judío, que huele a jengibre, menta y canela. Camina abstraída entre turistas que son los únicos que se atreven a vagabundear por la calle a esas horas.

Antes de que enfile las callejuelas estrechas y sombrías del call judío, nota un tirón a sus espaldas.  

Una masa negra, al principio informe, emerge de las plantas del calzado deportivo de Amanda y dividida en dos bandas se arrastra por el suelo. La Sombra se recuesta exhausta contra el muro, se yergue y se agiganta amenazante. Y en un requiebro corta con la zurda las ligaduras y corre alocada susurrando con su voz ahumada: Soy libre, libre…

-Vuelve. No eres nadie sin mí, le grita Amanda antes de perder el conocimiento.

Los médicos no encuentran explicación a la enfermedad de Amanda, apatía general sin causas conocidas y alucinaciones, diagnostican.

-Hola, le dice el psiquiatra, cuéntame esa historia de tu sombra, Amanda.

Y el galeno no puede evitar una sonrisa de condescendencia, mientras escribe en un papel: Psicótica.

Pero yo sé, porque lo vi, y ahora vosotros también que Amanda no tiene alucinaciones. Pobre Amanda.

(Cuento que dedico a mi amiga Silvia de wastedcherry  ¡Feliz cumpleaños!)


Panchito no quiere ser un gato domesticado


Panchito y el salvavidas de la playa de mi barrio en Barcelona al atardecer (collage digital)



Panchito no quiere ser un gato amaestrado, asustado y adocenado. Él es un aventurero que asume las consecuencias de sus decisiones, un espíritu libre con pensamientos salvajes.
Está harto de que lo quieren rescatar y salvar a toda costa, de que le ordenen cómo tiene que vivir, a quien querer; a quién odiar y hasta a quién adorar.
Panchito tiene a veces deseos de bufar con fuerza y despertar a los que se quejan sin mover el culo o echan la culpa de todos sus males a los demás. Y muchas más de largarse a Siberia o a la Patagonia, que en lenguaje gato es hacer lo que le da la gana sin dar explicaciones.

En ocasiones Panchito actúa y deja que los demás piensen que es un gato complaciente que se rige por sus normas absurdas y sus tradiciones rancias, aunque en el fondo de su corazón de gato sabe que a nadie le importa nadie lo suficiente, por lo que es una pérdida de tiempo pasarse media vida tratando de gustar a los demás.

Niño amarillo, con su melancolía habitual, nos aporta este subrayado en palabras de Benjamin Franklin, uno de los presidentes más lúcidos de EE UU:
"Aquellos que cederían la libertad esencial a cambio de una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad"


¿Qué hacemos con la tristeza?


Foto “Interior en New York, de Joel Meyerowitz” intervenida por Tesa (clica para ampliar)


La consulta de carlota  al Almacén (si clicas en "carlota" vas a su blog)
“¿Qué hacemos con la tristeza que va instalándose hasta en el cemento que nos rodea, cómo abrir la puerta a la ilusión, a la esperanza, sobre todo después de leer la prensa cada día, etc.?”

Respuesta de Tesa
Querida Carlota: aquí en el Almacén parece que somos muy alegres, pero estamos más chiflados que otra cosa, no nos tomamos demasiado en serio y siempre tenemos alguien a quien amar, algo que hacer y un sueño por cumplir. Con esto y la receta caserita que te voy a dar seguro que vas a notar una pronta mejoría. Apunta:

Mucho humor. Reírse de uno mismo es el de mejor calidad.

Ama a alguien. Puede ser persona, animal o vegetal, pero ama.


Deja que te quieran, aunque sea tu gato, tu perro, tu loro o el vecino del quinto.
Disfruta con y de las pequeñas cosas: una puesta de sol, el olor de la lluvia, un buen libro o peli, un café, una charla con los amigos…

Sé tolerante; nadie es perfecto (ve el final de la peli “Con Faldas y a lo Loco” y lo entenderás)
 
Sonríe al menos tres veces al día; relaja los músculos de la cara y tu cerebro se engaña y ordena al cuerpo producir endorfinas. Droga legal y gratis.
Llora al menos una vez al mes; puedes emocionarte, ver un dramón, consultar tu nómina o el saldo de tu cuenta, pero deságuate.
 
Canta. Si tienes oído cualquier cosa y en cualquier momento. Si sólo tienes orejas, canción ligera y debajo de la ducha.
 
Sueña despierta, adaptando el argumento a tu personalidad y deseos más íntimos o hasta inconfesables.
Ten siempre un proyecto en la recámara; no tiene que ser muy importante o sí, pero juega, experimenta, busca y dedica cada día un tiempo a ese espacio personal.
Nota: Si cumples los diez puntos tienes garantía absoluta de que tu tristeza solo va estar contigo el tiempo que le toque por exigencias del guión vital. Si sólo practicas con el nº1, te reirás bastante. Y eso es ya un buen comienzo. ¡Inténtalo y ya nos contarás!

Gato os manda besos mientras lee a Lorca en busca de inspiración y cavila; niño amarillo, que asoma su melancolía ensimismada desde su caja de cartón suspirando, me ha pasado un subrayado muy irónico de un tal Jules Renard:
“Hay momentos en los que todo va bien: no te asustes, no duran”

¿Se cura no saber querer?

Consultorio sentimental y existencial sin ánimo de lucro


Clica sobre la foto para ampliar

Gato inaugura el Consultorio del Almacén atendiendo  la petición de Ada que afirma lo siguiente:
"Me he dado cuenta de que no sé querer, me ha costado tiempo llegar a descubrirlo, pero al final un día lo tuve claro. Me dije:

'a ti lo que te pasa es que no sabes querer'

 Y aprendí  a ir por la vida con mi falta de amor, sin brillo en la mirada y sin lazos que atrapar.

La cuestión es: ¿esto se cura? ¿Hay algún remedio, pócima o conjuro?

Espero su respuesta. Gracias"




Respuesta de Gato

Querida Ada: desde mi sentido común de gato te comunico que amar no es un hecho espontáneo y misterioso como la mayoría de humanos creen, sino que se aprende y se perfecciona con la práctica.

No hay que confundir el enamoramiento, algo bello pero pasajero, con el amor de verdad.

El amor, como la vida, exige además de pasión, comprensión, respeto, compromiso y sobre todo dedicación.   

Dedicación es la clave. Porque si no hay dedicación, las mariposas que revolotean por el estómago al principio, se convierten en gusanos que ni vuelan ni inspiran poemas, y lo mejor que podemos hacer es librarnos de ellos antes de que se conviertan en capullos.

Ada, esta vida dura cuatro suspiros, así que empieza por ponerle brillo a tu mirada. Quiérete con humor y tolerancia. Nadie es perfecto; qué aburrimiento si así fuera.

Ni se te ocurra empezar tu cura de desamor con un ex, un solitario madurito que viva con su mamá, un divorciado o viudo que sólo busque compañía. O un intelectual que te hable de la química del amor y otras zarandajas. ERROR. 

Para empezar a curarte, encuentra un amante joven y fogoso que ponga las pulsaciones de tu corazón en hora punta, aunque esté en paro o con un trabajo precario, como la mayoría de los jóvenes españoles. Y a ser posible que te haga reír. Enséñale si no sabe o permite que te sorprenda.

Juega, suéltate el pelo, experimenta... y deja que un soplo de aíre fresco se lleve tu tristeza. Pero sobre todo cambia de actitud y graba en tu cerebro, el órgano más poderoso en la cuestión amatoria, “estoy disponible para el amor y para intentar amar”  

Niño amarillo me pasó su subrayado especial para ti, de Amado Nervo:
“Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas. No te preocupes de la finalidad de tu amor” 
No lo olvides “no te preocupes de la finalidad del amor”
Deseando que recuperes tu capacidad de amar y de dejar que te amen, te achucha con cariño, Gato
 
Nota: Si algún lector tiene algo más que añadir que no se corte, esto es un consultorio abierto donde el único límite es el respeto.






Carta a Benedicto XVI desde Somalia



Después de leer la crónica del enviado especial de El País a Somalia, que sintetizo en este escaneo intervenido,  se me ocurrió que quizá Omar, de estar enterado de los fastos del JMJ 2011 en Madrid, http://www.madrid11.com/   le hubiera podido escribir esta carta al Papa.

Hola señor Papa, me llamo Omar, tengo siete años y mi peso se corresponde con el de un bebé. Sé que voy a morir de hambre en cualquier momento, le pido disculpas si mi petición le molesta o cree que es una falta de respeto.

Sólo soy un niño moribundo que todavía sueña.
Ha llegado a mis oídos que es usted el representante de Dios en el mundo, y como Dios ni está ni se le espera ni creo que sepa que existimos, le pido a usted se traiga unos panes y unos peces y trate de multiplicarlos como en un milagro muy bonito que me contó la hermana María.
Sé que está muy atareado preparando su viaje a España donde le esperan un millón de peregrinos venidos de todo el mundo con la ilusión de alimentar su alma con el rezo y su palabra, pero lo que nosotros necesitamos con urgencia es alimentar el cuerpo.
 
Han muerto 25.000 niños menores de cinco años desde que empezó la hambruna; qué palabra tan fea.  Desaparecemos. Niños, adultos, viejos y animales... todos  caen  exhaustos, deshidratados, de un tiro  o por la gracia de una mina, que ya es mala suerte encontrar algo donde no hay NADA, ni siquiera esperanza.
Ilustración de Miquel Barceló de su “Cuaderno de África”
 
Señor Papa, sólo le pido que antes de ir a Madrid pase por Somalia, aunque sea solo un día. Si no le sale el milagro, nos conformamos con el contenido de la mochila del peregrino, que cuando llevas días comiendo NADA o tierra, hasta el agua bendita recalentada nos parecerá manjar de dioses.
 
Ya sé que, como se dice por ahí, es pan para hoy y hambre para mañana, pero si usted nos visita vendrán muchos periodistas a hacerle fotos bendiciendo cadáveres de niños y saldrá en las televisiones y los periódicos con su traje blanco al viento y el mundo entero sabrá que existimos y le importamos a alguien tan importante.

Fotomontaje de Tesa con fotos de Internet
   

¿Qué le ofrezco a cambio de este pequeño favor?
Su mejor sermón con los más pobres de los pobres. Darle sentido a su Iglesia. Practicar la caridad cristiana y el amor con los más necesitados.
«...Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer,

sediento y te dimos de beber, o sin hogar y te recibimos, o sin ropa y te

vestimos, o enfermo o en la cárcel y te fuimos a ver...? En verdad os

digo que cuando lo hicieron con alguno de estos mis hermanos más

pequeños, lo hicieron conmigo» (Mateo 25, 37-40)
Por favor señor Papa, no nos falle usted también. Tal vez Dios quiera volver por aquí algún día y ya no quede nadie para recibirlo. Y el llamado Cuerno de África se haya ido al cuerno sin que a nadie, ni siquiera a Dios, le importe.
Le saluda,
Omar

Historias Mínimas

AQUÍ 

puedes leer una recopilación de pequeñas historias que tienen su origen en entradas de mi antiguo blog "El Perfume de las Moreras" y  que mi amiga Silvia ha editado para que se puedan leer como un libro, y que publicó en su excelente blog wastedcherry . 

Le doy las gracias porque yo soy muy inútil para hacer estas cosas, pero sí soy la responsable de textos, fotos e incoherencias, si las hubiera.

Un hombre infeliz que se miraba el ombligo

El hombre de mi historia no tenía motivos importantes para ser infeliz. Pero un día, giró sus ojos hacia adentro, se concentró en sí mismo y se inventó un mundo asqueroso que parecía conspirar contra él.

Los párpados se le quedaron abiertos, atascados por el asombro. Las pestañas  se mustiaron añorando la humedad de la emoción y la que provocaba la risa, y los globos oculares al revés le daban un aire de zombi desvalido.



Para disimular el estropicio, el hombre se compró unos ojos.
 

- Los de soñador son los menos comprometidos, dan el pego en cualquier circunstancia – le dijo el viejo artesano, una eminencia en ojos para los que no quieren ver.


El hombre salió a dar un paseo con sus ojos de mentira, orgulloso de que nadie pudiera descubrir su infelicidad, miraba soñador mientras sus ojos de verdad se abrían paso a través del  ombligo, redondo y anudado como sus emociones.


Qué desaguisado. Su corazón ya no era rojo y latía con desgana. Vio como la desesperanza y el resentimiento tejían paranoias entre sus costillas flotantes. Y no hizo nada por  salvar a  la empatía que se ahogaba en una artería taponada por la furia.



Él, que antaño amaba la belleza, se perdió para siempre los atardeceres, que dibujaban con tinta china los paisajes sobre un cielo naranja y malva, las sonrisas enigmáticas, el cruce de miradas y un montón de pequeños placeres que os podéis imaginar.
 
Entre su mujer y  el hombre se instaló una autopista de silencio, cada vez más desangelada, cada día más ancha. Por la noche miraban la tele, es un decir, porque sus ojos de verdad seguían mirando hacia adentro. Una vez en la cama  se daban la espalda antes de dormir.


Entonces él se quitaba sus ojos de soñador, los guardaba con cuidado en una cajita de nácar, y lloraba desconsolado en la oscuridad.




La mujer invisible



¿Desde cuándo no le dirigían la palabra en aquella casa salvo para exigir sus servicios?

¿Mamá, ¿dónde coño está mi camiseta lila? Joder, te he dicho mil veces que odio la Nutela.  ¿Lola, puedes plancharme el pantalón de lino? Ah, vendré tarde, tengo una reunión, no me esperes despierta. Este fin de semana también trabajo.

La hija adolescente mordisqueaba las tostadas mientras seguía con la cabeza y parte del cuerpo el ritmo de la música que retumbaba a través de sus auriculares y mandaba sms con la mano libre.  El marido consultaba su iPhone, tecleaba, sonreía a la pequeña pantalla, chasqueaba la lengua…

La mujer miró a su familia durante un buen rato ¿Quiénes eran aquellos intrusos que la utilizaban, que jamás daban las gracias, ni le dedicaban una sonrisa o le preguntaban cómo se sentía?

El día anterior, Lola fue a la peluquería. Se compró un vestido rojo y un sombrero. Estaba guapa, hasta ella lo reconoció cuando se miró en el espejo un día más para comprobar si seguía siendo visible.  

-Me voy, dijo en un susurro.

-…  

Carraspeó. Me voy, dijo más alto. No sé si para siempre o por una temporada. Tenéis comida en la nevera para una semana, después, tendréis que espabilaros.

Ni siquiera la miraron cuando sonó su móvil. -Bajo enseguida- le dijo al taxista. 

Sacó del bolso un sobre blanco con una carta de despedida e instrucciones para que no se perdieran por la casa solos. 

Comprobó que llevaba el dinero rescatado de un plan de pensiones y recogió la maleta que había dejado en el recibidor.

Adiós, dijo al aire. Y se marcho sin volver la vista atrás.


Summertime de Hopper muy intervenido por Tesa

-Al aeropuerto, por favor terminal dos.

¿Vacaciones o negocios? – dijo el taxista mientras programaba el GPS

Vacaciones- mis primeras vacaciones de verdad en veinte años.

Las calles justo se desperezaban. El aire olía a pan tostado y café.

Por  la radio del taxi emergió como un volcán en erupción la voz de Janis Joplin interpretando Summertime.



Justo una semana después, tal y como Lola había imaginado, se dieron cuenta de que Lola había desaparecido, cuando los platos se amontonaron en el fregadero, la nevera se fue vaciando y la camiseta favorita y el pantalón de lino seguían en el cesto de la ropa sucia.

Tratando de encontrar un indicio que confirmara tan extravagante conducta, impropia de una madre amantísima y de una esposa cabal, dieron con la carta de despedida, que seguía sujeta por el azucarero debajo de una caja de cereales vacía.

SpanishRevolution


 Plaza del Sol de Madrid

Tuve un sueño: que esta España provinciana y llena de complejos se sacudía por fin la indiferencia, la caspa y la apatía y tomaba las riendas con la fuerza, la preparación y el entusiasmo de los más jóvenes.

Cuando desperté: la derecha más rancia y corrupta de Europa se pavoneaba de haberse pasado nuestra spanishrevolution por la ranura de las urnas.


Partidos cuya única bandera es la xenofobia han conseguido concejales por primera vez en ayuntamientos donde la mayoría de los votantes son trabajadores, desocupados y pensionistas con problemas para llegar al fin de mes. Estoy triste y un poco desanimada.

Pero como dice Almudena Grandes: "Elijo la esperanza, porque la virtud del revolucionario es la paciencia" 



 

El enigma del cinco, la isla de Manhattan y la fecha de caducidad



-Tiene que ser un mensaje, ¿si no cómo te explicas que sueñe algo tan raro?

-¿Un mensaje del número cinco? Dice mi pareja en tono burlón.

-No sé de quién es el mensaje, pero reconocerás que no es normal soñar algo así.

-Tus sueños no son normales, cielo.  Siempre me sorprende que recuerdes qué sueñas con tanta precisión.

Ajeno a mi desasosiego, le da un bocado a la tostada mientras consulta la agenda.

-¿Me estás escuchando?

- Te escucho. Has soñado que...

“...el cinco no es una aberración matemática, es un enigma atrapado en las proporciones de la isla de Manhattan”.

-¿Y?

-Genial y raro. ¿Por qué no escribes un cuento?

- Pero ¿por qué el cinco? Ni siquiera me gusta ese número.
Vuelve a su agenda sin más. Ya son muchos años juntos. Y sabe que diga lo que diga seguiré con mi obsesión hasta que encuentre una respuesta que me satisfaga.
Mientras me ducho, me visitan los cinco lobitos, tiene la loba. Los Jackson Five mueven las  caderas en la alfombra del baño… Me visto. Asisto con Delibes a un velatorio en Cinco horas con Mario. Me voy de aventuras con Los cinco, de Enid Blyton, recuento los cinco dedos de las manos, pinto de escarlata las cinco uñas de cada pie y  chequeo los cinco sentidos corporales.
Escribo el número... y  ¡vaya! el C-I-N-C-O  tiene 5 letras. Y es el único número que concuerda su numeral con las letras que se necesitan para escribirlo.
No sé, no me convence…
Los musulmanes oran cinco veces al día, una barbaridad. Yo, ninguna, ¿una temeridad?
Salgo a la calle con la obsesión viajando por mi mente. Sumo los números de las matrículas de coche.  Multiplico por cinco el precio del pan y del periódico. 

Regreso a casa, escucho música, trato de leer, pero no puedo concentrarme. Miro fotos de New York  y…



¿Y si la clave no es el cinco sino Manhattan? Consulto la Wikipedia. Nada. Nada. Nada… ¡Alto ahí!

La isla de Manhattan tiene 21,5 kilómetros de largo

Recuerda, nena, me digo “… el enigma  está atrapado en las proporciones de la isla de Manhattan” Entonces, ¿el cinco? Pura maniobra de distracción. Estoy harta de verlo en las pelis de espías.

La tarde antes del sueño, había comentado con una amiga que me gustaría saber mi fecha de caducidad. Y ahí está. Un regalo de los hados del subconsciente.

57 + 21,5 = 78,5  

Concretamente septiembre de 2033. Me quedan poco más de 21 años. Una vida o un suspiro. De momento voy seguir al pie de la letra lo que decía Voltaire:
“El arte de la vida consiste en hacer de tu vida una obra de arte” 
Así que voy a intentarlo con mucho humor, ternura, empatía, creatividad y un toque de locura. No pienso perder el tiempo.



Ay, minino de mi corazón, y tú más extravagante. ¡Tiene tela el modelito!

¿Te gustaría saber tu fecha de caducidad? ¿En qué cambiaría tu vida?