Los zombis de mi ciudad

No sabemos cuándo expiran los corazones de las personas que vagan por las calles de nuestras ciudades. 

No sabemos qué parte de sus emociones siguen vivas. Ni en qué momento dejaron de soñar y recordar.
Pasamos a su lado ignorándolos, avergonzados, pero también muertos de miedo por si nos contagian su miseria.


Los zombis de las papeleras tienen apariencia de vivos, no van desharrapados y no duermen en la calle. Suelen ser personas mayores, solas, con una pensión mísera.
Nos incomoda verlos con el brazo dentro de las papeleras tratando de palpar a ciegas algo que merezca ser rescatado.

Los zombis exploradores pasan desapercibidos durante el día, pero al caer la tarde se mueven entre los contenedores de residuos y los cubos de desperdicios comunitarios con la tenacidad de los aventureros.
Dominan el arte de encontrar comida, algo qué reutilizar o vender.

Los zombis terminales ya no vagan. Son náufragos de asfalto anclados a una esquina o portal. Apenas comen. No hablan, ni te miran ni hacen el gesto de pedir.
Conjuran su maldición de zombis invisibles con vino barato o la locura.
Los zombis primerizos, recién vomitados por la injusticia, la indiferencia y la mala suerte, todavía mantienen su apariencia de vivos.
Te desafían con la mirada. Te recuerdan que estás hecho de los mismos materiales que ellos, que sólo tienes que medio morir para convertirte en un zombi con un solo objetivo: sobrevivir.¡Qué paradoja! 
¿Te gustan las películas de miedo? Pues ahórrate las palomitas y date una vuelta por tu ciudad, los zombis están por todas partes.

¡Feliz Halloween!
 
Nota: a raíz de un comentario de Virgi, busco la historia de Miquel Fuster, que desconocía. ¡Uf! oírselo decir a uno de ellos es mucho más terrible que imaginarlo.  
"Es algo trágico y terrible transitar entre la gente y comprobar que lo único que encuentras es desprecio, miedo o compasión. Es entonces cuando te das cuenta de que eres un cadáver sin sepultar. El mundo va anunciándolo con sus miradas".
Miquel Fuster, dibujante de comics, 15 años en la calle. http://miquelfuster.com/

 
 

Todas queremos ser Houdini

 

Todavía en pleno siglo XXI y en lo que llaman pomposamente el mundo civilizado (más allá, es el infierno), los roles sociales de la mujer tienen tantas capas, cadenas y llaves que muchas veces desearíamos ser Houdini para liberarnos y desaparecer.

¡Qué exagerada!, dirán esas mujeres que son femeninas, pero no feministas (Qué frase tan estúpida, santo cielo).  

Tenemos que ser bellas, misteriosas, pacientes, madres incondicionales, amigas, amantes, enfermeras…,

…esquivas y complacientes, altivas y sumisas, putas y santas, tranquilas y energéticas…

Sólo por ser mujer, cualquiera puede cuestionarte, esquilmar de tu salario un 20 o un 30% por el mismo trabajo, juzgarte, humillarte, maltratarte o liquidarte.
 

Si sueñas, eres una ilusa, si no, una amargada. Si te dedicas a tus hijos con más energía que a tu profesión eres una maruja. Si haces lo contrario, una egoísta desalmada.

 

Nosotras, a cambio, sólo pedimos a nuestra pareja que sea tierno, inteligente, que tenga sentido del humor y, en mi caso, que sea de izquierdas. No podría amar a alguien que vote a la derecha. Aunque si es inteligente debería venir de serie.

A nuestros hijos, que traten de ser felices.
 

Y a nuestros empleadores, gobernantes y demás autoridades, que nos apliquen los Derechos Humanos sin tener en cuenta el género o que nos dejen en paz y no traten de “protegernos” con leyes a la medida de su cortedad y misoginia. Ni de definirnos.
 
¿A qué es fácil? Y es que, digan lo que digan los machistas descarados y encubiertos, somos unas buenazas y así nos va.

Madrid en automático, Sol, Lavapiés y Retiro

 “Entre las muchas formas de combatir la nada, una de las mejores es hacer fotografías.” Julio Cortázar 


¿Dónde está Dora la exploradora?, Sol
No sé si nos amontonamos para no sentirnos solos o para no oír el eco de nuestro silencio interior.

Sea como sea, a los madrileños les gusta juntarse en la calle todos al mismo tiempo. Creo que usan las casas sólo para dormir.


Los abuelos se pelean, Sol
  El hombre de la boina es de ideas republicanas y pertenece al colectivo “Abuelos en Lucha por sus Derechos”.

El señor de las mallas rojas y culito respingón defiende a los golpistas que ganaron la guerra española del 1936 y, a pesar de su vestimenta, es muy conservador.

Los dos tienen la misma edad, pero parece que ni los mismos ideales ni el mismo estilista, claro.



La fiebre del oro, Sol

La fiebre del Oro en el Centro de Madrid me desconcierta. Todos quieren que les vendamos el Oro, pero ¡¿qué oro?!
 

¡Justicia para las víctimas del franquismo ya!, Sol
Reclaman justicia, compasión y respeto para los 150.000 desaparecidos forzados de la Guerra Civil, que todavía están enterrados en las cunetas.

Los dos grandes partidos políticos de España, uno por cobardía y el otro por ideología, miran hacia otro lado.


Simetría del amor, Lavapiés
El lenguaje del amor. La posición de sus cuerpos nos cuenta que se aman.
 

La sonrisa, Lavapiés
 Me pilló encuadrándolo y en vez de enfadarse me dedico esta hermosa sonrisa. Qué oportuna su mano haciendo de sombrilla en su cara, casi desdibujada en mi objetivo por el juego de luces y sombras.
 

El hombre pájaro, Retiro
El hombre que cada tarde da de comer a las palomas y a los gorriones cerca del Estanque del Retiro, se mueve como si estuviera a punto de echarse a volar.

Deportista chic, Retiro
 
Y así, con mi cámara en automático, paseo por Madrid tratando de descubrir la ciudad a mi manera, porque, como dice Susan Sontag...
...“la fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma.”
Vale, las medias se las he añadido yo, pero es que cuando vi sus piernas tan bien torneadas las imaginé con estas medias, de rejilla para que no le dieran calor.
Las fotos se amplían si clicas sobre ellas