Estamos como cabras y nuestro corazón es un reloj pesado e inservible...


 … según Haruki Murakami, en “Escucha la canción del viento”

 -Señora cabra, ¿por qué lleva siempre colgado al cuello un reloj que no funciona?-Tiene pinta de pesar mucho y no sirve para nada.

-Sí, es muy pesado, respondió la cabra. Pero es que me he acostumbrado, ¿sabe?, a qué el reloj pese tanto y a que no funcione.


El día del cumpleaños de la cabra, el conejo le regaló una caja adornada con un bonito lazo. Dentro había un reloj nuevo, brillante, muy ligero y que, además, señalaba la hora con precisión.
Contentísima, la cabra se lo colgó al cuello y fue a ensenárselo a todo el mundo…
Y como podéis ver celebró su cumpleaños a lo grande.

Según esta fábula…

la cabra somos cada uno de nosotros cuando andamos angustiados, el reloj nuestro corazón. Y el conejo, el psiquiatra que nos recuerda que aferrarnos a lo que nos hace infelices es idiota y más loco que estar loco de verdad. 
Así que después de reflexionar e interpretar con imágenes este cuentito, he decidido aligerar mi corazón de miedos, ponerlo en hora y no dejar que la inercia se cargue mis sueños, al menos los que todavía pululan por ahí. 
Claro, que me gustaría encontrar un psiquiatra que se adaptara a mi economía de guerra, supiera contar cuentos tan frikis como éste y fuera capaz de verse a sí mismo como un conejo, porque seguro que a mí… sí  me vería como una cabra. 

¿Qué tal anda tu corazón?

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Ese hacerse mayor si delicadeza… R.I.P. por unas piernas bonitas

No hace mucho tiempo podría haber estado entre las chicas que lucen sus piernas por ahí arriba con agilidad y buena forma.

A pesar de mi escasa estatura de 1,64, tenía las piernas largas y bonitas. Y digo tenía, porque la artrosis ha pasado por mis rodillas como un escultor loco cargándose su mejor obra.

Donde antes había unas rodillas con los relieves y huecos en su sitio, ahora hay un caos.

Llamadme frívola, pero echo de menos mis piernas bonitas y fuertes que en apenas un mes y medio han pasado a mejor vida. 
He estado de duelo y coja, ahora ya sólo sigo coja y pendiente de que me confirmen que además de la artrosis desbocada, un derrame articular por sobreesfuerzo y un quiste de Baker, puede que tenga el menisco roto…

No me digáis que la edad se lleva en el corazón hasta que sea capaz de olvidar que hubo un tiempo en que tuve unas piernas fuertes y bonitas. 

Ay, este hacerse mayor sin delicadeza…