Christmas Navideño para emigrantes. Cerrado por Navidad


Señoras/es, niñas/os emigrantes todos, perdonen que no les asistamos ni les permitamos desembarcar en nuestros Puertos ni aunque los hippies de las ONG los salvan de morir ahogados, pero es que estamos muy ocupados consumiendo y poniéndonos ciegos de tanto comer y beber.


¡Jolines, entiéndanlo es Navidad! Tiempo de amor y concordia. Eso táchalo, que no lo van a entender. 


¡Hala!, a ver si el año que entra se cumple alguno de sus sueños, el nuestro es que dejen de venir a molestar. Preferimos que Europa se convierta en una sociedad endogámica de viejos miedosos y avaros, gobernada por tipos ridículos e intolerantes a los que una mayoría votamos con patriotismo casposo y pueril.


Si, pese a nuestra indiferencia y cierre de fronteras, alguno de ustedes consigue llegar a nuestros Campos de Concentración, ya les daremos mantas, que en Europa hace un frío que pela en invierno, y algún juguete para los niños, no somos unos desalmados. 


¡Felices Fiestas y Prospero año nuevo, señoras/es, niñas/os, emigrantes todos!

Envejecer es un desastre, pero mientras llega … hay que pasarlo de cine

En el colegio no teníamos presupuesto para zapatillas de ballet, pero éramos capaces de bailar el Cascanueces como si aquellos simulacros de zapatillas de trapo fueran mágicas...

 ...o el  Casatschok como si perteneciéramos al cuerpo de baile del ejército ruso.

 Nos llamábamos “Las perlas del Mediterráneo” Sonábamos muy bien y cantábamos mejor, yo era la pandereta de la Tuna. En Navidad, todavía le saco un buen sonido al instrumento.

Al cumplir los 15 años, mientras estudiaba, trabajaba por las mañanas en una empresa que hacían prendas de punto para tiendas importantes. Los cuellos, puños, remates, botones etc. se cosían a mano. Soy la más alta. 

Mi jefe era un tipo fascinante y entendió que lo de coser no era algo que a mí me entusiasmara, así que me encargó distintas tareas. 


La que más me gustaba era la de jugar con su perro y hacerlo correr cuando lo sacaba de paseo. En mi horario de trabajo, por supuesto. Y encima me daba una propina. 

Puk era un Setter irlandés adorable, alocado y ansioso. Conectamos al momento. 


En una excursión del colegio, a los 14 años, me puse mi primer bañador de chica, prestado.

El bañador tenía las cazoletas de los pechos rígidas y ahí dentro mis pequeños pechos se perdían, pero ese día me sentí por primera vez toda una mujer.

Mi primer biquini me lo pude comprar con mi sueldo a los 16 años, y lo elegí negro marcando tendencia y a la medida de mis hechuras. Ahí estoy con dos de mis mejores amigas: Sasa en el centro seguida de Merche. 
 Tenia 21 años cuando me casé la primera vez. Era una niña jugando a ser mujer. 
 A los 24 años tuve a mis mellizos, que acaban de cumplir 40 años.
Es lo mejor que he hecho hasta el momento: niño y niña de una tirada. Morena con ojos azules ella, rubio con ojos verdes él. Los dos con talento y gusto por el Arte. Además de guapos, maravillosas personas. 
A los 32 años me separé sin malos rollos,  y en vez de deprimirme o jorobar a los que me rodeaban me di un capricho y me compré un caballo. Se llamaba Gregal como el viento del Nordeste. 

Gregal era veloz, resistente, noble y me adoptó. Pese a que yo no era una jinete experimentada, lo podía llevar a galope hasta 500 metros de la cuadra y pararlo con la voz. 

Me gustaba pasear con él por el campo a trote largo y luego galopar un poco. Fue un sueño cumplido. 


¿Qué me decís de esta representación de la España regional antes de las Autonomías? La comarca nos visita en Navidad. Deliciosamente kitsch

Esas Navidades hice de San José, me pasé todo el día con la barba puesta para acostumbrarme a ella y mis compañeras de colegio me decían…

-San José, queremos un hijo tuyo- porque era un San José muy guapo, según todas ellas. Otra cosa era el vestuario, le poníamos voluntad,  pero, Dios, ahora lo veo espantoso. 


Aunque pudiera, no cambiaría nada de mi pasado, ni siquiera lo menos bueno, porque podría perderme alguna de las experiencias y personas con las que me he ido encontrando en este viaje con final anunciado y eso sí que sería un desastre.    

(Continuará… o no)

¿Quien es el culpable de la angustia de Pablo Casado?

-Papá,  no sé qué pasa que lo veo todo negro...
-Hijo, no te habrás hecho del Partido Popular de ese tal Casado el quejica?

-España no sólo se rompe, sino que se hunde, miren, miren como se hunde... Y usted... señor Sánchez..¡USTED ES EL CULPABLE...!
(Música de bolero)
Usted es el culpable de todas mis angustias
y todos mis quebrantos...
Usted lleno mi vida de extraños enemigos y amargos desencantos

Que sea Presidente
lo llevo aquí en mi alma y aquí en mi corazón
Y soy aunque no quiera esclavo de sus pactos, juguete de su Don

Usted me desespera
Me mata, me enloquece
y hasta la vida diera por vencer el miedo
de que vuelva a... ganar
 buah, buah, buah


Oh, señor Casado, qué bonito bolero le ha cantado al Presidente... me ha conmovido
 

Pero  retomando la historia del niño de más arriba, señor Casado, no sea tan cenizo y deje de verlo todo negro. Recuerde que, como dijo el escritor y pensador español Ramón de Campoamor...,

...“en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.


* Pablo Casado lider de la oposición del Gobierno de España
*Pedro Sánchez Presidente del Gobierno de España, pese a que no lo querían ni en su partido. Guapo y con suerte. 

¿A dónde va la memoria cuando se pierde?

Decía Einstein,  que sólo  deberíamos guardar en la memoria lo que quepa en un bolsillo. Quizá por eso nuestro cerebro se rebela contra el atiborrado trastero memorial y hace una limpieza selectiva cuando le parece. 
Suele dejarnos intacta la memoria de lo que fuimos en  origen, y nos va liberando de las cotidianidad, de lo que soñamos ser y, sobre todo, de  lo que creemos que somos, que suele ocupar demasiado espacio.
Me inquieta perder la memoria, lo confieso, porque siento que lo que soy ahora es algo ya sucedido que tiene que ver más con lo que recuerdo y cómo lo recuerdo que con lo que he vivido en realidad.
Y  ya metida en este berenjenal, te pregunto a ti,  clavando mi pupila en tu pupila,  ¿sabes tú acaso  a dónde va la memoria cuando se pierde?

Desde luego,  no está en Mi Almacén de los Días Perdidos, porque ya he mirado.