¿Por qué lloran las sirenas?

 

Nadie escucha el llanto de las Sirenas. 
Qué silenciosa es la muerte.
 Qué veloz el olvido.
Desde 2015, miles de desplazados huyen de la barbarie de la guerra en Siria. Ya han perecido ahogadas en el Mediterráneo (Mar Egeo, en las costas turcas) más de 3.000 personas, de las que 700 eran niños.

 Mientras tanto…
  Europa se blinda, se valla, se disfraza para disimular su impiedad mareándonos con cuotas y peajes, incapaz de diseñar políticas humanitarias de acogida. 

Y los niños, dos por día, sigue muriendo.


Ahora… ya sabes por qué lloran las sirenas

..."Los náufragos de la globalización peregrinan inventando caminos, queriendo casa, golpeando puertas: las puertas que se abren, mágicamente, al paso del dinero, se cierran en sus narices. 

Algunos consiguen colarse. Otros son cadáveres que la mar entrega a las orillas prohibidas, o cuerpos sin nombre que yacen bajo tierra en el otro mundo adonde querían llegar."... Eduardo Galeano

Ese corazón loco que asusta a los fonendos

El médico juega a las damas sobre mi pecho con el extremo del fonendoscopio buscando el latido que no oye para comérselo. 

Turbado, mueve la cabeza. Sonrío y trato de orientarlo en el tablero de mi tórax

-Mi corazón se esconde, late a deshora a ritmo de lluvia mansa- le susurro…

…A veces, después de saltarse un latido o dos, percibo un leve aleteo, como si fuera un indolente pájaro enjaulado.

Suena así… Clac, clac, clac. Ssshhh…
El médico muy serio mide mi corazón y lo encuentra un poco grande, desgarbado y con una válvula que parece de otro modelo en desuso.

Pruebas. Más pruebas. Nada parece definitivo, ni grave ni leve en este corazón mío que asusta a los fonendos.

Extrasístoles ventriculares, diagnostica exhausto el galeno. Y añade…”muy frecuentes” Después, distraído, deja escapar un uhmmm donde caben tres océanos y un abismo.
Mi corazón se siente titiritero con ese título tan rimbombante otorgado por el doctor, y murmura descompasado: equi...li...briothis is the question.

Los chinos creen que el corazón viene de serie con los latidos contados. Y, el mío, como un perro asilvestrado, ahorra esfuerzos, se hace el muerto y se salta cuando quiere el compás.

Acércate. Pega tu oreja a mi pecho y escucha. 
Primero, silencio.
Luego…el aleteo, como te he contado… ¿Lo oyes?  clac, clac, clac. Ssshhh…

El aleteo es la cuerda que lo pone en marcha de nuevo, y, lo mejor de todo, es que también hace  tic- tac como cualquier otro. Pero cuando siente el tacto frío del fonendo, se hace el muerto, va su aíre y le da por perder el compás.
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El abuelo volador, el gato amarillo y la vida que va “a su bola”

Cuando tenía cinco años, le contaron que a su abuelo se lo llevó un rayo, que entró por la chimenea donde esculpía con su navaja sobre ramas y troncos. 

Ella imaginó al abuelo vagando por el Universo, feliz de librarse de la tía Merche, que lo llamaba viejo y no entendía que fuera ensimismado, silencioso y  desenchufado de la realidad que lo rodeaba. 

Y ahora el abuelo esculpe nubes para ella, que deja en su ventana para hacerle reír y recordarle que también puede volar y desconectarse de la vida cuando se pone absurda y gris. 


Gato amarillo con sombrero, pecas verdes y boca sonriente 
 
Hoy mi mundo es más luminoso y... amarillo, como el gato con pecas verdes que ha dibujado mi nieta, a punto de cumplir tres años, y que ella me describe con ese título tan genial. 

Y me río, porque ya nos aconsejó el ensayista estadounidense Elbert Hubbard, palabra de dios para mí por su lucidez irónica, que no nos tomemos la vida demasiado en serio, que no vamos a salir vivos de ella. Y añadió…

 “Todo hombre es tonto de remate al menos durante cinco minutos al día. La sabiduría consiste en no rebasar el límite”

Pues en eso ando, en no sucumbir a la estulticia que me rodea y mantener mi límite de cinco minutos de tontuna.
¡Feliz carnaval! para los que os gusta disfrazaros sólo una vez al año, como veis no es mi caso. Nunca celebro el Carnaval.