
John Wayne me dice que la vida es
una quimera, una farsa… una ilusión.
-Gracias, guapo. Ya que te apareces
podrías ser algo más original.
Me mira de arriba abajo, entre
dolido e indiferente (sólo Wayne puede mirar así), y desaparece de mi sueño con
sus andares de macho alfa, y alguna copa de más, del mismo modo que en la
mítica escena de “Centauros del Desierto”. Título original: The searchers.
(Fundido a negro)
Me encuentro en un barrio de calles
estrechas y desiertas. Hace frío y voy con vestido playero y sandalias. Empieza
a llover. Corro a refugiarme en un portal.
El portero, un tipo trajeado con
sombrero, con pinta de tanguero de película antigua, me pregunta si sé algo de
electricidad.
Aunque sé arreglar enchufes, me
parece pretencioso decirle que sí.
-No, lo siento - le digo - pero sé
cantar rancheras.
Y entono un estribillo como si no
hubiera un mañana.
-Yo sé bien que estoy afuera, pero
el día en que yo me muera, sé que tú vas a llorar, llorar y llorar… Dirás que
no me quisiste, pero vas estar muy triste y así te vas a quedar…
Contra lo que sería más creíble, la
tormenta arrecia. (En serio que las rancheras me salen bien hasta en sueños)
Me despierto riendo.
Estos sueños y algunos mucho más
surrealistas son un síntoma de la rebelión de mi creatividad olvidada, que empieza
a exigir el cese de mi ninguneo y desidia.
Me pongo manos a la obra a ver si
las Musas regresan atraídas por John Wayne, mientras pienso…
¿Qué es en realidad la vida?
La vida, queridos, es una
tragicomedia, al menos la mía.
Y para ti, que has llegado hasta aquí: ¿Qué es la vida?