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Sant Jordi, Fiesta del libro y la rosa |
Aunque madrileña de nacimiento, Barcelona me adoptó y me acogió durante más de treinta años.
Siempre que regreso, siento que he vuelto a casa. Nada me es extraño, ni siquiera su variopinta “fauna callejera” de la que aquí os dejo una pequeña muestra.
Hay que tener mucho sentido del humor para que un chico se pasee así por el Raval, un barrio con mucha emigración llegada de Pakistán, Bangladesh, Filipinas, Marruecos... y una importante comunidad gitana.
Un barrio con mucho problemas por resolver, pero con muchas ofertas culturales como el Museo de Arte Contemporáneo, El CCCB, el Mercado de la Boquería...
La Comunidad Sikh es muy numerosa en la ciudad, la mayoría viven en el Raval.
Los confunden con musulmanes, y en Norteamérica tuvieron problemas tras los atentados de las Torres, pero sus creencias están muy alejadas de los fanáticos terroristas.
Dejan crecer su barba y no se cortan el pelo, que llevan recogido en una especie de moño bajo sus turbantes de distintos colores.
Sorprende oír a niños asiáticos y africanos hablando un catalán impecable. Y es que hay muchos niños adoptados de estas etnias, al menos en el barrio de Poble Nou donde vivía.
Al fondo mi antiguo barrio y sus playas. En el espigón, adoradores del sol y de la vida sana.
Son muchos los extranjeros que viven y trabajan en Barcelona. Se integran con facilidad y suelen hablar catalán, además de castellano y su idioma, claro.
Estos sí son turistas en las escaleras del Puerto. Parece que no recuerdan dónde estuvieron anoche ni cómo han llegado a formar esta coreografía de pies en remojo.
La Sangría bien fría (vino con fruta, gaseosa o naranjada y lo que se te ocurra) hace ver peces de colores.
Las viejitas salen de la Iglesia y van a tomar un chocolate con leche fresca a la calle Petrixol del Barrio Gótico, mientras se cuentan sus recuerdos y recomponen el mundo que va demasiado deprisa para su ritmo.
Llegaron juntos al embarcadero, hablaban algún idioma del Este de Europa, luego se quedaron así, mirando al mar. Hice una sola toma, porque mi mente peliculera se puso en marcha y apreté el paso, no había mucha gente por los alrededores aquella tarde.
Me pareció “divino de la muerte” este musulmán con su vestimenta inmaculada, aunque el refresco gigante en botella de plástico le resta un poco de glamur a su llamativo look.
Las masajistas chinas ofrecen sus servicios a pie de playa.
Hay muchas leyendas urbanas sobre finales sensuales y felices. No es que esté en contra de los finales felices... pero a mi masajista playera le pedí que se limitara a mi espalda, nalgas, piernas y pies… Oh, maravilla, os lo recomiendo.
Los pescadores jubilados de la Barceloneta juegan al dominó al lado de su club a primera hora de la mañana.
Los fotografío desde el Paseo, a pesar de la luz. Me gusta la sombra con sombrero que encuadra la mesa.
Ultima hora de la tarde. Un grupo de judíos se aparta de la playa hacia el espigón. Capta mi atención la kipá en sus cabezas y me intrigan los hilos que sobresalen de sus camisas. Les robo la foto y consulto en casa la Wikipedia:
Los hilos pertenecen a una prenda ritual que llevan debajo de la camisa. Se llama talit katan, y es similar a un poncho.
En las cuatro esquinas de esta prenda cuelgan unos flecos especiales torcidos y anudados conocidos como tzitziot .
Nos cruzamos por el barrio del Borne. Sólo pude girarme y tomar esta foto antes de que la mujer elegante y chic desapareciera por el callejón.
El Barrio del Borne es mi lugar favorito para quedar a comer, tomar algo, ir de tiendas, pasear o ver museos, hay una gran cantidad de ellos. Imprescindibles: El Picasso y el MEAN (Museo Europeo de Arte Moderno) y uno muy curioso y friki, El museo del Mamut.
Nota: Si te apetece disfrutar de una vieja canción de Serrat, subtitulada en castellano, que resume mi sentimiento hacía esta hermosa ciudad clica AQUÍ