No
soy creyente, y lo siento, al no contar con más vida que ésta y mi libre
albedrío. Una miseria comparada con la Eternidad y la voluntad del Creador que
te libera de toda culpa.
Pero,
lo confieso, siento debilidad por los Profetas.
Los encuentro muy creativos, qué queréis. Y me chifla ese puntito entre
inquietante y chistoso que se gastan.
Escarbando
en mi archivo de fotos encontré a estos dos hermanos que se pasean por
Barcelona con unos guantes amarillos y una expresión de andar con la sesera en
el ático, portando la enorme pancarta que os invito leer con atención.
Jolines,
Mateo, “cada vez te quiero más por lo bien que te
explicas”, que decía, Eugenio, aquel cómico catalán que estuvo tan de moda
entre los 80 y los 90.
Como
soy muy peliculera, me imagino un Mesías de incógnito, de carne y hueso, como
éste. Ni demasiado espectacular, ni anodino, con un toque místico.
Y
llegados al Anticristo, después de consultar
a Nietzsche y hojear la Biblia, he tenido una visión, o como decía Luther King:
"I have a dream"
He tenido un maravilloso
sueño: que se cumpla la profecía de Mateo, que
mis estrafalarios amigos anuncian a pancartazo limpio, y sea verdad que su fin, Señor
Rajoy, y el de sus secuaces se avecina.
Por cierto, Señor
Rajoy, por mucho que se deje crecer el
pelo, se haga el invisible, y vaya de incognito en carne y hueso, imitando al Mesías…,
que ya le vale, se le ve el plumero y será difícil olvidar…
…qué ha hecho
estos 15 meses que lleva desgobernando España. Y como dijo también Mateo, que estaba
sembrado, lo reconozco.
“Por sus frutos los
conoceréis”
Por fin, ¡I believe!