Orlando
no tiene pinta de chiflado ni de pertenecer a un club de pijos arruinados con
más cara que cash.
Más bien parece un motero o un bohemio soñador fumando relajado.
-¿Crees que lo vas a conseguir? –le pregunto, señalando el reclamo.
Orlando
sonríe socarrón, se encoge de hombros y me dice enigmático ¿Quién sabe?
De
un vistazo compruebo que en el gorro recaudador apenas si hay para un llavero
cutre en una tienda de chinos.
-¿Que
tal reacciona la gente?
-
Bastante bien. Los que tienen sentido del humor, apostilla, con un guiño de
complicidad.
-
Siento no contribuir a tu sueño, mi cash se
ha acabado. Estoy en paro, y me
impongo un presupuesto cuando callejeo
-Hay
cosas peores que estar en paro, dice sonriendo
-Ya
lo creo. Y se me ocurren un montón como…
Por cierto,
¡La sanidad no se vende!
…o
ser imbécil, insolidario, prepotente, ser solemne y circunspecto, tomarte a ti
mismo en serio…
Pero
por fortuna, todavía hay gente como Orlando, que a cambio de nada o de unas monedas nos regala
una sonrisa. Y también una reflexión, al que quiere ver más allá de la
literalidad de su cartel.
-Todos tenemos un Ferrari que conseguir por ahí… me dice mientras hago la foto.
Y
de regreso a casa, pienso en mi sueño más preciado, ése que es casi imposible
que consiga, pero que mantiene mi corazón en forma.
Porque
ya sabéis que los sueños sirven para que no se nos
oxide el corazón.
Aunque
si tuviera que simbolizarlo con un coche prefería un descapotable antiguo, de
color verde inglés…algo así...
(foto del coche de
Internet)
Y
tú, ¿tienes un “Ferrari” por ahí,
revoloteando entre tus propósitos, tus anhelos o tus sueños?