Si hay algún doctor en la sala…que lo mantengan alejado de
mí. Me han sacado sangre, me han radiografiado, resonado, ecografiado,
recetado, vuelta a recetar, diagnosticado por aproximación y por el método
ensayo-error-ensayo… ¡Basta! Los médicos me están empezando a dar yuyu.
Salvo que sean como éste que me he pedido para Navidad. Y
quiera jugar conmigo a los médicos como cuando era adolescente y no me
dolían las rodillas ni cojeaba ni me
sobraba un gramo en la cintura ni….Cuando era una chica salvaje y atlética que
trepaba a los árboles y corría como una gacela.
Mientras me llega el médico guaperas, pido consulta con el
atractivo e impertinente doctor House.
-A ver, guapo, mi colesterol se dispara, me sobran cuatro
kilos y no hay dieta que valga. Como poco y sanísimo, pero tengo el hierro y las
transaminasas disparadas. Me duele todo, salvo las pestañas y los
medicamentos no me hacen nada o me ponen peor… ¿Qué me pasa doctor?
-¿¡Que no es Lupus!? Eso es todo lo que se te ocurre. Tú no puedes hacerme esto,
Gregory House. ¡Dios, es de locos!
-El comportamiento religioso es tan parecido a la locura que
no podemos diferenciarlos.
-No pienso ir también al loquero. Prefiero un milagro,
rezar, no tengo que esperar en la consulta ni hacerme más pruebas… que Dios me
envíe una señal o... que calle para siempre.
- Si tú le hablas a Dios, eres religiosa. Pero si Dios te
habla a ti es que estás loca.
¿Me estás diagnosticando, Gregory?, porque no estoy de humor
para tus ironías.
Si me falla House, ¿qué me queda, eh? Nada. Rompo mi carnet
de Donante. Que le den a la Ciencia. Y entrego mi body maltrecho al Arte para que me expongan
como curiosidad en algún pasillo.
El director del Museo revisa mi historial médico de los
últimos meses y todas las pruebas adjuntas.
-Uhmm… Está usted hecha un cuadro, señora. ¡No le falta de nada!
- Me falta la autopsia. Pero le juro que,
ésa, sólo me la harán ¡por encima de mi cadáver!